Gobernadores
Ramón Zurita Sahagún jueves 7, May 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son varios los estados donde los gobernantes se quedan pasmados ante la creciente inseguridad y los embates violentos de la delincuencia, por lo que recurren a la demanda de auxilio por parte de la federación.
De esta manera se lavan las manos y no aceptan su incapacidad para cumplir con sus obligaciones de garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Todos usan el mismo argumento, de que son delitos que debe atacar la federación, ya que ellos no cuentan con los recursos y el equipamiento necesarios para contrarrestarlos.
Y de esa forma, en lo que la federación acude en su auxilio, la población sufre el asedio de grupos e individuos pertenecientes o no a la delincuencia organizada.
Con ello, muchos de los delitos que no corresponden, son achacados a la delincuencia organizada, lo que se convirtió en una salida estratégica para los ineptos gobernantes.
Es cierto que el país se encuentra acosado y hasta amenazado por grupos del crimen organizado y que en muchos de los casos los policías no se encuentran capacitados para enfrentarlos, pero también lo es que existe mucho contubernio entre delincuentes y autoridades.
Son demasiados los estados del país en los que la explosión de la violencia mantiene en jaque a las autoridades y los ciudadanos no pueden realizar sus actividades de manera normal, pues viven atemorizados.
Dirán algunos que son los menos y que son esporádicos los actos como los sucedidos en la región de Jalisco, Colima y Guanajuato, el pasado fin de semana.
Pero antes de eso, se vivieron eventos similares (con excepción del derribe de un helicóptero) en entidades como Tamaulipas, Michoacán, Coahuila, Nuevo León, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Guerrero y otros más, en diferentes tiempos.
Tamaulipas es uno de los estados más afectados con este tipo de situaciones que se reproducen no solamente en la parte norte del estado, sino también en la sur.
San Fernando, Reynosa, Matamoros, Tampico, Madero y la propia capital Ciudad Victoria, han sido objeto de bloqueos y se presentaron enfrentamientos en plena calle.
El estado es el referente de uno de los actos sangrientos más abominables, cuando fueron masacrados el entonces candidato priísta al gobierno estatal, Rodolfo Torre Cantú y sus acompañantes, pero también de otros hechos reprochables como fue la masacre de San Fernando.
Tamaulipas ha provocado muchas alertas rojas con los lamentables acontecimientos que ahí se producen, ya que hasta la fecha continúan.
Fue uno de los estados en que el gobierno federal decidió intervenir con toda el respaldo de las fuerzas armadas y donde más de un año después no se logra bajar la presencia del crimen organizado, aunque las propias fuentes del gobierno den a conocer cifras alegres.
El gobernador Egidio Torre Cantú es uno de esos personajes que no debieron llegar hasta el sitio en que se encuentran. Su postulación se debió a una situación inesperada y reprobable que fue el asesinato del candidato priísta, Rodolfo Torre Cantú, su hermano, ocurrido una semana antes de la elección.
La premura de la decisión hizo posible que los dirigentes del partido recurrieran a la figura del consanguíneo, el que arrasó en las urnas debido a dos circunstancias, que el candidato asesinado se encontraba sumamente posicionado, muchos puntos arriba de sus competidores y que los ciudadanos expresaron su rechazo al asesinato votando por el sustituto.
El triunfo priísta no fue cuestionado y Egidio se convirtió en gobernador, un gobernante despegado de la realidad que ubica la mayor parte de su administración desde la capital del país o distintos puntos y al que el estado y su población poco parece importarle.
Desdeña la presencia de la delincuencia organizada, con todo y que le afectó familiarmente y le benefició políticamente y deja en manos de la federación la operación en materia de seguridad.
Fue por eso que la federación decidió enviar como responsable de la Octava Zona Militar con sede en Reynosa al divisionario Miguel Gustavo González Cruz, quien se mantuvo un buen tiempo en esa conflictiva área.
Su zona de influencia abarcó los municipios de Miguel Alemán, Ciudad Guerrero, Camargo, Díaz Ordaz, San Fernando, Matamoros y Nuevo Laredo, además de Reynosa, la zona más conflictiva del estado y, tal vez, del país.
Durante su ejercicio en la Octava Zona Militar, el divisionario y las fuerzas armadas a su cargo mantuvieron, de cierta forma, controlada la violencia y bajaron de intensidad los constantes enfrentamientos entre los miembros del Cártel del Golfo y Los Zetas, principales grupos de la delincuencia que se manifiestan en la entidad.
El general de división, González Cruz, es reconocido como un especialista en esas tareas, aunque su efectividad no fue total y ahora a raíz de los acontecimientos ocurridos en Jalisco fue designado como encargado de la Operación Jalisco.
González Cruz ya operaba como jefe de la V Zona Militar, aunque ahora su tarea se amplifica y lo curioso de esto es que le toca otro gobernante, que como Egidio, resultó ser totalmente inoperante y distante de los asuntos de seguridad, Jorge Aristóteles Sandoval, quien es todavía más apático, dejando incluso que sea su padre, el que asuma decisiones de gobierno.
Por eso, resultará interesante observar que es lo que sucede en una y otra entidad, si en Tamaulipas la violencia e inseguridad seguirán creciendo y manifestándose como sucedió en Reynosa hace apenas unos días y si en Jalisco se logra frenar la violencia y el general González Cruz, próximo al retiro (tiene 64 años cumplidos) puede, con sus estrategias, hacer algo en las tareas que le asignaron.